20 agosto 2009

23. LA IMPORTANCIA DE HABLARLE DE DROGAS A LOS ADULTOS

Una vez “superada” la influenza porcina, es la seguridad y sus principales antagonistas, los narcotraficantes, la razón del desvelo mexicano en su mayoría.

Personas expiran a diario en nombre del tráfico de sustancias prohibidas por la ley, hasta alcanzar la “catastrofista” cifra de nueve millares tan sólo durante el presente sexenio y aunque la cobertura mediática no aborda el tema con la seriedad requerida por el país, la cantidad de información circulante es suficiente para arruinar las más optimistas esperanzas de tranquilidad.

Así, mientras la lucha por recuperar los espacios públicos consume los recursos del presupuesto y una cantidad inexcusable de vidas inocentes, no hay un reflejo equivalente de esta batalla en el ámbito intelectual, pues al parecer el grueso de los líderes de opinión (por lo menos lo que aparecen más tiempo en pantalla) ha cedido ante el atractivo fonético de la frase “mano dura” y apoyan la campaña militar del presidente Calderón en contra de los cárteles.

La contraparte, el movimiento en defensa de la legalización de las drogas, se manifiesta en muy pequeños grupos, sin relevancia política, enarbolada únicamente por el Partido Social Demócrata, cuya principal vocera es –tristemente- la egresada de un reality show con nulo contenido intelectual y que por consagración a su intrasendencia perdió el registro en las pasadas elecciones.

“Legalizar las drogas sería perder la batalla ante el crimen organizado” esgrimen como argumento principal columnistas de importantes periódicos nacionales, sin explicar de qué manera podrían beneficiarse los cárteles cuando –al comerciar un producto perfectamente legal- se vean obligados a competir en el mercado con experimentadas empresas transnacionales. No hay que olvidarlo, el poder económico del narcotráfico se lo da el consumidor y la impunidad se la brinda el dinero y la clandestinidad.

¿Y qué ocurre con la población en general, está preparada para la responsabilidad de manejar y consumir estas “drogas” en un marco legal? La respuesta es no; no existe en México la madurez, la educación, ni la cultura para controlar esta reforma, sin embargo, jamás existirán mientras, como a un niño, se le obligue acatar órdenes, en lugar de fomentar un criterio que le permita tomar decisiones correctas.

La solución para México se encuentra en la educación, primero como individuos y luego como sociedad, para alcanzar una etapa juvenil que guíe más tarde a la era adulta de la madurez, cuando, a pesar de los tropiezos que se puedan tener, la nación sea capaz de elegir con sabiduría y no por dogmas o prohibiciones el camino a seguir.