08 septiembre 2009

¿Por qué el miércoles no venimos a la escuela?

-¿El miércoles venimos a la escuela?
-No
-¿Por qué no?
-Te lo he dicho antes, es la independencia de México
-¿El miércoles es la indepencia? ¡urrey, por fin seremos independientes!
-No, ya somos independientes, el miércoles únicamente festejamos
-No es cierto, yo diría que sólo este miércoles somos independientes, pues el resto de los días estamos OBLIGADOS a venir a la escuela
-Bueno, no es que festejemos nuestra independencia en sí, festejamos la independencia de nuestra nación, México es independiente de los demás países, soberano, responsable de sus leyes, de su economía de la sociedad que lo habita, de los valores que inculca y de su relación con el extranjero.
-Son muchas responsabilidades tan sólo para faltar un día a la escuela
-¡Quieres dejar eso! México no luchó por su independencia para faltar un día a la escuela.
-Tienes razón, el día de descanso es sólo una cómoda, gentil y magnífica consecuencia de ser independientes
-Tampoco, es un día para agradecer y festejar que el suelo en el que estamos, el agua que bebemos, el aire que respiramos, los hermosos paisajes que podemos observar en carretera, los mares donde abunda la vida acuática y en los que siempre resulta delicioso un chapuzón, todo eso es México, es nuestro.
-¿Eso quiere decir que si los paisajes de los que hablas, el agua de la que hoy disfrutamos y en general nuestros recursos naturales se terminan, dejaremos de ser independientes y por lo tanto de festejar?
-No, quiero decir que, por el simple hecho de ser mexicanos e indipendientes, tenemos el deber de respetar y defender todo lo que es nuestro, la obligación de vigilar que esos recursos nunca se acaben y que siempre sean nuestros; y no sólo eso, también son propiedad de México y de todos nosotros, las tradiciones como los voladores de Papantla y el día de muertos, la cultura a través de compositores como Silvestre Revueltas o pintores como Diego Rivera, incluso la gastronomía: hay que defender los tamales, el pozole, las tortillas...
-Si, la comida es lo que yo más defiendo, hoy le quité un tamal de mole a un cuate que parecía gringo y me lo comí
-Jaja, bueno, esa es una manera
-Creo que te entiendo, la independencia, más que ser una guerra que ocurrió hace mucho tiempo, es una manera de vivir... es la vida independiente; la practica constante de ésta, la oportunidad de tomar decisiones que se traduscan en el bienestar de todos los mexicanos, el privilegio de pertenecer a un país con una cultura única, inmensamente rica y hermosa, el deber de defender la patria para que nuestros hijos tengan los mismos privilegios que nosotros ahora disfrutamos.
-¡Exacto!
-!Y además... y además, el miércoles no venimos a la escuela!
-No, no venimos
-Bueno, pues eso basta para mí

02 septiembre 2009

Escena en un parque

Hace tanto tiempo no sentía algo así, la última vez probablemente no tenía más edad que ese niño, ahora manantial de lágrimas, que en silencio sufre la pérdida irreparable de un carrito por la coladera, lo sentí cuando igual extravié un rehilete de colores hace mucho tiempo, pero desde entonces... nada.

Siento ganas de acompañar al niño en su pesar, pero no parece apropiado, cuando las personas al mirar la escena se ríen de burla y yo sólo dibujo con recelo mi rostro de añoro, me pregunto qué tipo de personas serán, con qué moral, con que educación y de qué época, en qué universo paralelo disfrutan el desmorono de un mundo inocente.

Será que no tienen un recuerdo hermoso en cromática technicolor, entre alpiste improvisado para aves y altísimas copas verdes con sus noches prematuras, será que yo exagero y hago mio un dolor ajeno sólo porque jamás recuperé mi rehilete, o más bien ellos exageran su ineventualidad para olvidar que son vulnerables.

Como sea, las personas sonríen y no entiendo por qué, no encuentro la comicidad detrás del tortuoso llanto de un niño junto a la coladera, seguramente unas páginas más adelante el autor me lo dirá y yo sostendré mi gesto desilusionado e inconforme, no sabré qué pasó con el niño, ni por qué éste es un relato encantador, no sabré por qué la gente observa a mis lágrimas humedecer esta banca de parque mientras ríen, ríen descontrolados.