01 noviembre 2007

FALAXIA: LA EMULACIÓN DE EDUCACIÓN 2.0*

Desde que era pequeño simpaticé con los movimientos de izquierda, mis papás involuntariamente me hablaban de Marx, de Lenin, del socialismo, la lucha de clases y el estado benefactor; además –involuntariamente, insisto- también me hablaron sobre las atrocidades del capitalismo. Me recuerdo en la primaria, explicando a mis compañeros como para el gobierno era conveniente regir a una población ignorante en lugar de una letrada; como las trabas académicas (halladas desde temprana edad) forman parte de un sabotaje premeditado con la única intención de formar sujetos receptores de órdenes en sustitución de individuos con iniciativa.

Actualmente mi postura al respecto ha cambiado, hoy creo que deposité en aquella época demasiado crédito en la logística del mentado Sistema; me imaginaba un cuarto oscuro, repleto de las mentes más geniales del país, trabajando por horas para encontrar la mejor manera de mantener a la gente enajenada para que sus jefes –demonios poderosos en cuyas manos descansaban las riendas de la vida pública y política del mundo- lograran trabajar tranquilamente sin miedo a que brotara algún héroe lúcido que sacara a México del oscurantismo. ¡No! ahora sé que no es tan complicado. Las carencias educativas son, para el gobierno, tan sólo un cómodo, benévolo y consecuente resultado del descuido intencionado en las aulas nacionales.

Para bañar a un país en la ignorancia, no es necesario mas que encargarle a un ignorante la tarea de educar. Hace no muchos años, al final del patriarcado del PRI, México ocupaba el lugar número 50 a nivel mundial en cuando a la calidad del sistema educativo, según el Foro Económico Mundial, pero después de albergar a un presidente con dudosa formación académica (un título de administración presuntamente comprado en la Universidad Iberoamericana), México cayó hasta el puesto número 80, debajo de países como Uganda, Zimbawe y Jamaica. Esto no tiene porqué espantarnos si estamos consciente de que aquí se destinan sólo cuatro centavos por cada peso del Producto Interno Bruto a la educación, una cantidad menor incluso a la del mentado “gasto corriente”.

Es muy fácil decir “no hay suficiente presupuesto” y relegar responsabilidades, pero existen oasis en el desierto intelectual mexicano, que denotan como las carencias son consecuencia de la negligencia administrativa, característica de los funcionarios académicos. La UNAM, que cuenta con 285 mil alumnos inscritos en sus diversas facultades, es el más claro ejemplo de voluntad por la educación en México y funciona con diez veces menos capital que aquel otorgado año con año, por concepto del rescate bancario, a Banamex, HSBC, Banorte y Bancomer, únicos en el mundo por obtener 257% de utilidades anuales.

Es preocupante advertir que con el dinero destinado al IPAB, se podrían albergar diez de las mejores universidades del mundo, cubriendo una matrícula de dos millones 850 mil estudiantes a nivel licenciatura, maestría y doctorado, todos ellos con una educación virtualmente gratuita (o si se quieren poner exigentes de 25 centavos por año). Es alarmante escuchar a los representantes populares hablar de José Luís Borgues y Ravina Gran Tagora, de la sagrada concepción y el sacrificio de inocentes en nombre de causas perdidas, es aterrador escucharlos preguntando ¿Dante, quién es Dante? O verlos hincados, besando un anillo papal mientras se desempeñan como diplomáticos, es vergonzoso haber soportado a un Secretario de Gobernación cuya tesis afirma “el gobierno debe reducirse a sus funciones mínimas y dar paso libre a la Iglesia que es madre y maestra”.

Concluyo que una vez más la realidad superó a la ficción y hoy prefiero intuir a aquellos oscuros demonios enclaustrados en salones de alta tecnología, que mirar día a día, como personas vestidas con prendas e ideas propias de la Edad Media, están detrás de los escritorios desde donde se dicta y asesina el futuro intelectual en México.

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